Arrancamos el blog con el
representante por antonomasia de la línea clara en el Reino Unido, cuya obra ha
sido recientemente traducida al castellano y editada por Netcom 2. Nos
referimos a Garen Ewing.
Garen Ewing es autor de la obra
en tres tomos “La orquídea arco irirs”
(The rainbow orchid), una aventura de Julius
Chancer, obra que curiosamente no ha tenido el eco que merece en los países
franco belgas y que ha sido recientemente publicada en castellano por Netcom 2 editorial. Para el que no la
conozca, apuntaremos que se trata de una obra de aventuras con un marcado
carácter novelesco, jalonada de toques de humor, que recoge al tiempo la
tradición de aventura exótica al estilo británico y la de la Bande dessinée
clásica franco-belga.
“La orquídea arco iris” es una
historia estructurada en tres tomos, que responden, podríamos decir, a la
estructura de planteamiento, nudo y desenlace. El primero de ellos funciona perfectamente
como planteamiento de la acción,
presentación de los personajes y arranque de la aventura. El segundo, lejos de
ser previsible, introduce elementos nuevos que de nuevo consiguen intrigarnos y
mantenernos fieles a lectura, hasta el tercer tomo final, que en mi opinión
cuenta con todos los elementos que uno espera encontrar en el desenlace de una
aventura como esta, incluido un epílogo memorable que transcurre tras la “vuelta
a casa”. Es uno de esos casos en los que queda patente que el autor tiene muy
claro lo que quiere contar y cómo hacerlo. Lo hace con buen pulso, agilidad y
con bastante humor, rasgos todos ellos qu que personalmente me parecen muy de
valorar y hacen que la lectura de la trilogía persista en nuestra memoria como
una experiencia que nos hizo pasar un buen rato.
Dicho esto, trataremos en las próximas
líneas de contar un poco qué lenguaje y que recursos usa Ewing para contarnos su
historia, y poco a poco veremos que tienen mucho que ver con la tradición de la
línea clara. Me propongo mostrar cómo
Ewing absorbe las enseñanzas de los maestros, más allá del uso de un
determinado estilo de dibujo, caracterizado por los trazos limpios y claros ,
la ausencia casi total de sombras o claroscuros, etc.
Ese museo de Historia Natural
representado con tanto mimo y grado de detalle, y esa secuencia de viñetas en la que al primer
vistazo percibimos el suspense ,
descubriendo que un personaje observa y sigue a otro, me hicieron pensar: “no
cabe duda, estamos ante un autor de línea clara que dará mucho que hablar”. Y
esta secuencia nos sirve perfectamente para comentar un rasgo de la línea clara
del que hablaba Juan d’Ors en su manifiesto de la línea clara: el realismo de los fondos, que ayuda a
contextualizar la historia, pero integrando la arquitectura, interiores y demás
elementos en la narración, de modo equilibrado. A primera vista, viendo esta
secuencia, puede pensarse que estamos un poco al límite del equilibrio, (el
cual se sobrepasa en el momento en el que el lector percibe que se pretende
mostrar “bellas postales” con cualquier excusa). Pero para mi gusto, se muestra
este bello edificio de una forma perfectamente integrada con lo que se narra.
Las dos viñetas sin texto que mostramos
a continuación son ejemplos de lo mismo:
nada es gratuito, Ewing nos traslada a un ambiente determinado eligiendo
cuidadosamente los elementos que muestra en la viñeta.
Acabamos de ver un automóvil y un camión, que contribuyen a situarnos en la época en la que se desarrolla
la acción. El gusto de Ewing por mostrar los medios de transporte tiene también
mucho que ver también con la tradición de la línea clara. No aparecen de
pasada, sino con cierto peso en la página y representados con detalle y
fidelidad.
…A
veces protagonizando la acción:
En otras
ocasiones, el dibujo se centra en los personajes, utilizando viñetas sin fondo. Es un ejemplo de la
libertad en la composición de la que en ocasiones hace gala Ewing, pues no todo
ha de ser ortodoxia hergeiana:
Las escenas de acción están contadas de modo dinámico, sin
cartelas de texto y sin elementos que entorpezcan o distraigan al lector:
Para la composición de las
páginas juega con la forma de las viñetas del modo que más conviene a la que se
cuenta, buscando la mayor legibilidad. En las escenas de montaña surgen viñetas
marcadamente verticales, introducidas de forma similar a como lo hacía Hergé en “Tintín en el Tíbet”.
En la misma parte de la aventura encontramos una serie de
viñetas muy marcadamente horizontales que también nos han traido a la memoria
una composición similar de la aventura tibetana
de Tintín:
Ewing, sin dejar de tener un estilo personal, ha
interiorizado, como decíamos, el lenguaje de la línea clara, y ello se traduce
en el modo de resolver escenas como la que mostramos a continuación, en la que
el personaje de Nathaniel Crumpole “espanta a los periodistas,”, que en su huida
dejan caer sombreros, papeles, etc., tal como ocurriera con los falsos
herederos de Rackham en rojo en la aventura tintinesca del tesoro:
No está de más decir que
Nathaniel cumple perfectamente con el papel de secundario imprescindible que
protagoniza la mayor parte de los gags.
Otra referencia a los clásicos: la escena en la que dos
personajes dialogan frente a unas esculturas del antiguo Egipto nos hace
recordar la conversación entre Mortimer
y su amigo Ahmed en el museo del Cairo
en “El misterio de la gran Piramide” , de Edgar
P. Jacobs.
Por último, otro paralelismo, en este caso, con un comic más
moderno (aunque ya un clásico): el personaje de Evelyn Crowe nos ha
recordado a la inolvidable Olivia
Sturgess, de la “trilogía inglesa”
de Rivière y Floc´h.
En el futuro ¿Continuará Ewing contándonos historias
protagonizadas por Julius Chancer o nos sorprenderá con una nueva trilogía con
nuevos protagonistas?
Esto es todo por hoy.
Hasta la próxima y … ¡Larga vida a la
línea clara!